Mi primera clase de spinning . Entro en la sala, con mi botella de agua y mi toalla. (Y sin zapatillas específicas de spinning, menudo error, y luego contaré por qué).
Me subo en una bici que veo así por la zona media, ni muy delante ni al fondo... Para pasar desapercibida. Pero no. Enseguida, el monitor-estoy-mazo-bueno-ya-lo-sé, me ve desde su pedestal-bicicleta y grita:
MONITOR: ¿ERES NUEVA? (Su voz, amplificada por el micro, retumba en toda la sala y, si nadie aún se había enterado de mi presencia, ahora ya sí)
LA MUA: (Miro a mi alrededor. Evidentemente, se dirige a mí) S-s-s-ssssí.
M.: (Se acerca a mi. Aleluya) ¿Es tu primera clase?
LA MUA: Sí.
M.: Ok, bájate un poco el sillín, que lo tienes demasiado alto... (Efectivamente, me lo estaba clavando en todo el chichi y casi ni llegaba a los pedales. Genial. Se ve que antes de mí se había subido en esa bici el mismo Pau Gasol).
Me regulo la altura del sillín.
M.: Vale, chica, pues hoy, poco a poco y a tu ritmo. Yo os pediré que subáis resistencia, pero tú lo que puedas, ¿eh? Y no te asustes, que aquí hay mucho nivel...Y sobre todo disfruta de la clase, pásatelo muy bien...
LA MUA: Vale... (Pienso que me está vacilando, porque soy la nueva. Miro a mi alrededor y no veo precisamente a Alberto Contador ni a Armstrong. Es más, veo gente de todo tipo, edad y complexión física, así que pienso que ya será menos, eso del "mucho nivel").
Y empieza la clase. Los primeros 10 minutos soy la reina de la bicicleta. Ahí estoy, subida en mi bici, pedaleando al ritmo de la música, hecha una campeona.
El monitor nos dice que aumentemos un poco la resistencia. Y yo le hago caso. No hay dolor. A este paso, voy a correr el Tour de Francia...